martes, 18 de enero de 2011

Quién debe dirigir la Policía Municipal


La mayoría de las policías municipales de Cancún, en estos últimos años, han experimentado una serie de cambios organizacionales, políticos y estructurales de diversos tipos, orientados fundamentalmente a su militarización y al abandono del modelo burocrático. Muchas de ellas, luego de abruptos cambios, no han definido aún el perfil profesional que precisan, lo que pone en riesgo todo esfuerzo que se haya esmerado en sus reformas institucionales, y en algunos casos, provocando sísmicos trastornos en su administración.

Parece que en la generalidad de los casos se ha pensado que introducir este tipo de modificaciones -necesarias por cierto- orientadas a redefinir el rol policial, tuviera como único eje la organización y su funcionamiento.

No cabe duda que la comunidad reclama a su policía “que corra”; que corra, se ponga al frente y le cierre las puertas al delito; la sociedad actual demanda a su Policía que cambie la perspectiva de acercamiento a la comunidad y se ponga al servicio de la misma, mientras que el concepto de “Policía Municipal” parece ser la solución a todos los conflictos originados por años de desajustes en el rol fundamental de las policías en México.

Sin embargo, el concepto de Policía Municipal ha sido tan diversamente entendido y aplicado, que en muchos casos ha perdido su propia definición. Todo lo que el término denota -como filosofía de acción entre Policía y comunidad- se diluye en una suerte de interpretaciones, reinterpretaciones y modificaciones de cuya amalgama surgen nuevos ajustes que sólo han concluido en desajustes y crisis institucionales; colusión con la delincuencia organizada, algunas más severas que otras, y cuyas consecuencias se miden en el ámbito criminológico como un aumento de la violencia y el delito.

En este panorama, poco han hecho las reformas por sus miembros que han soportado cambios dogmáticos y filosóficos del accionar de sus instituciones, sin que exista una definición concreta sobre el horizonte al que apuntan dichas reformas; muchas de las cuales conservan orgánica y estructuralmente los mismos designios de la época anterior y el funcionamiento interno sigue marchando al compás de otros conceptos; lo que origina la corrupción en que se encuentran actualmente sus integrantes.

Esto es una verdadera “crisis” y, consecuentemente, la indefinición de un perfil profesional al que puedan aferrarse para lograr ser verdaderamente profesionales en sus funciones.

Frente a esta realidad la pregunta es ¿Cuáles son los parámetros sociológicos, filosóficos y doctrinarios que debieron tener para la "formulación del perfil profesional del nuevo Policía" en estas incipientes estructuras institucionales?

Es obvio que el término "Perfil Policial o Perfil del Policía" tiene diversas aristas y depende del punto de vista de que se trate:

La doctrina policial constituye la base de ideas e ideales que determinan el ordenamiento de una institución. Como una suerte de horma o molde basados en principios y valores de la Constitución y las Leyes, y -sirviendo de matriz fundamental- inspira sus reglamentos, normas, procedimientos, actuaciones, de una policía en particular y, a su vez, se nutre de éstos mismos elementos. Esto incluye sus valores morales y éticos, y por ende, cuáles son las características, obligaciones, deberes y derechos de sus recursos humanos.

Sin embargo, debe reconocerse, la palabra "doctrina" para algunos causa cierta sensibilidad y erupción, cuando en sí no es otra cosa que el continente que encierra toda la teoría policial respecto de sus proposiciones fundamentales como organización social que es, hacia dónde camina, cuáles son sus objetivos, su filosofía, su misión, y el modo de alcanzarlos.

Doctrina significa etimológicamente “lo que es objeto de enseñanza”, la doctrina de cualquier Policía entonces, es el conjunto de ideas básicas que fundamentan su accionar, unen a la Institución y a sus miembros y le dan un carácter propio e integra la base de la actuación que se transmite a las nuevas generaciones mediante la enseñanza y el ejemplo.

Esta misma doctrina determina también; en sus enunciados de raíz ética y filosófica; cuál es el prototipo de hombres y mujeres que se precisan para cumplir su misión, al establecer desde el punto de vista moral y funcional sus obligaciones. Variaciones en la Doctrina Institucional, llevan implícito cambios en los valores de ese modelo y lo que se intenta definir como “El perfil policial”.

Aún así, el perfil del hombre y mujer Policía propiamente dicho, sea que se refiera al ser o al deber ser tiene, como las virtudes, diversas subdivisiones, de las que se mencionan sólo algunas:

* Sus características personales y estado físico

* Vocación de servicio que se ejemplifique en el sacrificio, la humildad, la empatía y el valor

* Sus condiciones morales y éticas

* Disciplina y respeto

* Sus conductas asertivas y habilidades sociales como policías en su relación con la comunidad, con su grupo de pares, con la delincuencia y en su desenvolvimiento personal

* Su capacidad para soportar las características intrínsecas de su función, las exigencias laborales, el estrés y situaciones de tensión

* El conocimiento de las leyes, reglamentos y demás normas inherente a su función

* Su habilidad estratégica y para concebir operaciones

* Su capacidad intelectual

* Su aptitud funcional

* Antecedentes y conducta previa

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