domingo, 28 de marzo de 2010

La Semana Santa


Todas las culturas humanas, han dado una visión ritual a los ciclos del tiempo. Ellos resultaban de primera necesidad para atender y aprovechar la riqueza agrícola, fuente de sustento de los primeros grupos humanos.
Uno de tales ciclos lo es precisamente, la denominada "Semana Santa", que no es, como se cree, una celebración eminentemente cristiana.
Diversas festividades en apariencia coinciden con la “Pascua”. Sin embargo, como se expone a continuación, ellas no externan más que esa aplicación mitificadora o sacralizadora a los ciclos del tiempo por parte de diversas culturas.
La Semana Santa es una de las formas en que la Iglesia de Roma, sincretiza las celebraciones de los pueblos para recibir al equinoccio de Primavera en el hemisferio austral. Este fenómeno entraña un hecho fundamental: la fecundidad del Sol sobre la Tierra. En tal sentido, la sangre era representante de la potencia fecundadora, por tanto, no era raro que su derramamiento fuese un factor nuclear dentro de tales festividades. La sangre fortalecía a la Tierra, pues ella, débil por encontrarse en un trance similar al parto, la requería. La sangre del hombre acudía al fortalecimiento de la naturaleza.
En el solsticio de invierno, diversas culturas consagraban una semilla. En la cultura católica, esa semilla se ha transmutado en un pequeño muñeco; anteriormente era en efecto, un frijol o una haba - desde Pitágoras prohibido por su propensión a la producción de pneumas o “vientos”, lo que entraña una identidad sutil con el espíritu -. Dicha semilla se introduce en el interior de la Rosca de Reyes (símbolo del ouroborus, del inicio y el fin de un ciclo perenne, cuyos orígenes provienen de Grecia y se cree que de Mesopotamia), semilla que se consagraba en la fecha de la Candelaria, el 2 de febrero, para ser plantada en esa fecha o durante el carnaval - evidente fiesta de fertilidad- y transformarse en la primera cosecha que se recogiera en la Primavera.
El grano era regado por la sangre, básicamente del rey, grano que se depositaba en la tierra virgen y por los influjos del agua y del aire también se consideraba como hijo de un Dios Celeste. En tal sentido, una constante básica es el nacimiento del nuevo ser a partir de una virgen.
Para quien conoce de estos avatares, el ciclo es evidente: los reyes (que en ocasiones eran sacrificados en cumplimiento de este ritual) personificaban al grano, cuya pasión y muerte, se da en el interior de la tierra, una tierra ciertamente virgen, en la oscuridad telúrica del mundo de los muertos y renace centuplicado en la nueva planta.
Así, cuando llegaba el momento propicio del año, el dios, rey o su representante era enterrado; el pueblo entero lamentaba el sagrado deceso. Por lo general esto iba acompañado de ayunos y flagelaciones e incluso, de auto sacrificios que agregaban un cariz sangriento de mayor énfasis., lo cual concluía al surgir triunfante del reino de los muertos, el Rey. La resurrección se completaba ante el júbilo popular.
Las culturas que asimilaron este modelo trasladándolo a mitos cosmogónicos, son innumerables. Desde el neolítico se documentan hallazgos que confirman lo hasta aquí precisado, pero entre las culturas históricas podemos hallar mitos que nos son familiares incluso: En Babilonia y Canaan, encontramos a Tamuz e Ishtar; en Egipto hablamos de Isis y Osiris; en la costa siria hablamos de Anat y Aleyan Baal; en Sumeria de Inana y Dumuzi entre los frigios se dio con Atis y Cibeles; entre los griegos con Venus y Adonis; entre los antiguos mexicanos existe el mito de Huitzilopochtli y también el de Quetzalcoátl.
Algunos autores, opinan que entre los hebreos, tan refractarios a ideas ajenas a las del monoteísmo, prevaleció este modelo arquetípico en la figura el “Sirviente sufridor”, mencionado por Isaías y que rememora no sólo la identidad de un rey al que se le veneraba como a un Tamuz doliente y moribundo, sino que externa una realidad histórica en que al rey se le trataba durante el mes de Nisán, de formas semejantes a las de culturas como las mencionadas en que el dios había sufrido una pasión. He ampliado esta mención a la cultura hebrea, pues el libro de Isaías dio en gran medida un contexto para fundar al cristianismo antiguo.
Dar mayores datos sobre cada uno de los mitos mencionados sería ocioso en este espacio. Cabe mencionar que en cada uno hay variantes significativas, aunque el eje ontológico mantiene su sentido. Las celebraciones que hoy en día se realizan en estas fechas y que causan desde fascinación hasta horror, mantienen una estrecha vinculación con los de culturas “primitivas” y no son ni en forma ni en fondo, originadas por el cristianismo. De hecho, su historia se remonta a miles de años en la antigüedad, datándose incluso los primeros hallazgos de estas expresiones, en el neolítico.
Esta celebración en la antigua Roma, en honor a Adonis-Atis., tomada de la citada obra de Rohde “Tiempo Sagrado” :
“estas se iniciaban el 22 de marzo, cuando solemnemente se cortaba un pino, se le envolvía en un sudario púrpura y se regaba de violetas, flor que, se decía, había nacido de la sangre de Atis.; en ocasiones, del tronco ese pino se labraba una imagen antropomórfica que representaba al dios mismo. El día 23 se ayunaba y el 24, llamado Dies Sanguinis, se enterraba la efigie del dios al tiempo que los fieles se golpeaban y sangraban, inclusive, en pleno paroxismo, llegaban a emascularse.
“Toda esa noche se entonaban cantos, pero en la madrugada del día 25 una procesión de mujeres y sacerdotes marchaba hacia la tumba, la destapaba y la hallaba vacía. Entonces se proclamaba lo siguiente: ‘¡Alegraos! ¡El dios se ha salvado y también nosotros encontraremos la salvación! ¡Atis ha resucitado! ¡Evohé!’ Cundía desde ese instante el regocijo y por eso, a esta festividad se le conocía como ‘la Hilaria’; con ello el pueblo participaba de la alegría de la resurrección del dios y del mundo vegetal., porque a partir de ese momento la primavera había entrado y el antiguo año tradicional comenzaba.
Después de tan eficaz catársis seguía una jornada de descanso o requietio y el 27 se celebraban diversas purificaciones durante un lapso llamado Lavatio. Atis se convertía en un símbolo de resurrección, de igual manera como se consideraba que el sol resurgía el 25 de marzo y comenzaba su ascenso; terminaba ya su catábasis o descensus ad inferos, de suerte que el culto a Atis se relacionaba, después de todo, con la heliolatría y los símbolos solares”.

domingo, 21 de marzo de 2010

Benito Juárez y el Bicentenario


A mas doscientos cuatro años del natalicio del más grande estadista, y liberal de nuestra Patria, Benito Juárez, los Juaristas hacen hincapié para honrar al indio de Guelatao que al gobernar lo hizo siempre con la gente, donde el beneficio social fue el eje rector de su gobierno.El Presidente Juárez fue un presidente que estuvo atento a los reclamos y demandas de las comunidades y barrios, y gracias a ello, logró la unidad, suma de voluntades y esfuerzo conjunto que le permitió sortear las vicisitudes y no hubo obstáculo que no pudiera vencer.
Juárez sabía perfectamente lo que era vivir y realizar las labores del campo, las faenas cotidianas que el ciudadano común tenía que desempeñar, por lo que tuvo la sensibilidad y capacidad de comprender al pueblo mexicano.
Los ciudadanos exigen un gobierno responsable, entendiendo por éste el que sirve a todos los ciudadanos sin distingo de partidos o ideologías, que escuche y atienda el reclamo popular. Los liberales demandan a los representantes populares que estén con la gente, que le den a nuestra entidad un rumbo con certidumbre, una dirección con responsabilidad, sin comprometer el erario público ni adquirir deudas y compromisos que impidan el desarrollo y crecimiento sustentable de nuestro pueblo.
Una similitud entre aquél México del Siglo XIX y al del Siglo XXI es que en torno a la causa ciudadana, converge un amplio movimiento con gran potencial de resolver muchos de nuestros problemas. Juárez comprendió que el gobierno debe aprender de la sociedad y debe evolucionar en sus formas de gestión, de organización y de toma de decisiones.
En este bicentenario el gobierno debe retomar la dirección, a fin de que se solidifiquen los cimientos y se construya un mejor Quintana Roo:
El gobierno debe
1. Tener Organización para causas concretas, solo así se pueden atacar los problemas con eficiencia, facilitando la evaluación de resultados.
2. Tener Participación para lograr la eficacia en las respuestas, sin temor a la participación social, ya que ella es parte de la solución y no del problema. Cuando se piensa que solo el análisis técnico es el generador de la gestión política, se topa con pared. Por ello hoy la ciudadanía se siente, en muchas ocasiones, ajena a los proyectos y obras.
3. Debe Tener Vinculación de esfuerzos, ya que la suma de voluntades facilita el logro de mejores resultados. Esta es la forma en que se recupera la esencia humanista en la gestión pública.
4. Debe tener Simplificación y solución efectiva de problemas, que abra cauce a la desregulación que ponga el gobierno al servicio del ciudadano.
5. De tener Liderazgo. En este concepto, debe plantear el compromiso como piedra angular de trabajo, que se rescate el significado del compromiso individual, que sea humilde cuando no se cumpla, que se esté orgulloso cuando se alcance una meta. Hacer bien las cosas exige liderazgo. Hoy se necesitan líderes convencidos, comprometidos, que ofrezcan respuestas y no tengan miedo a innovar.
El gobierno del Presidente Juárez fue promotor de la información y la comunicación. En ocasiones existe una gran resistencia en la administración pública a proporcionar información, a mostrar resultados, a ser evaluadas. El gobierno debe superar esa visión equivocada y hacer de la información un bien público. La buena comunicación es fuente de certidumbre.
Otra característica esencial que nos deja como legado el Benemérito de las Américas es el eficiente empleo de recursos. Es importante dejar atrás el culto a la imagen personal, erradicar la cultura del derroche de la administración pública. El erario y los bienes públicos deben ser valorados y tenerse clara conciencia de cómo alcanzar resultados que redunden en mayor bienestar, sin grandes gastos, pero con gran energía y creatividad.
Juárez fue, “un hombre de acción y de pensamiento”. En el ideario juarista, encontramos conceptos vigentes, con igual o mayor peso en su tiempo como en el nuestro, tales como “Como hijo del pueblo, nunca podría yo olvidar que mi único título es su voluntad, y que mi único fin debe ser siempre su mayor bien y prosperidad”.
El Benemérito utilizó la pluma como instrumento civilizador, de donde nacieron las Leyes de Reforma, la nacionalización de los bienes de manos muertas, la libertad de cultos, y principalmente, la independencia absoluta de las potestades civil y espiritual. Justo Sierra afirmó que “a la distancia, Juárez parece un liberal cristiano capaz de afirmar que se necesita una religión que nos obligue a leer y no a gastar los ahorros en cirios para los santos”.
Entre gobierno y sociedad debe tenderse nuevos puentes, nuevos métodos de trabajo, es tiempo de construir prácticas diferentes que vuelvan a otorgar al ciudadano la confianza en sus instituciones, es necesario establecer nuevas bases para dejar atrás viejas sospechas.
Debemos dejar atrás los tiempos de demagogia, los quintanarroenses están cansados de ello. Hoy se quiere un gobierno que muestre y demuestre que puede invertir más en salud, que promueva la construcción de vivienda, vivienda digna. Un gobierno que invierta, sin miedo, en obras de infraestructura en servicios públicos como agua potable, drenaje profundo, vialidades, pero por encima de todo, un gobierno de mano firme ante aquellos que intentan generar caos y zozobra entre la sociedad, sin tolerancia alguna para quien atente con lo más preciado, nuestras familias.
Los Juaristas estamos prestos a marchar junto a nuestros gobernantes legítimamente electos, a pesar de aquellos detractores que minimizan el valor de un voto, el cual en una sociedad democrática como la nuestra, expresa la voluntad y libertad de decisión de la ciudadanía. Nunca es tarde, para juntos trabajar por el bien de Quintana Roo, sin temor a la competencia política, porque los liberales lo que sí rechazamos es la incompetencia política.
Nos queda claro que, bajo ninguna circunstancia, el Estado puede estar sujeto a ninguna religión. Iglesias y Estado deben estar separados para crear ese Estado Laico que garantice la tolerancia religiosa y política, que permita fincar en las ideas liberales su modernización política y económica.
“La democracia es el destino de la humanidad futura; la libertad, su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige”.

lunes, 8 de marzo de 2010

La humildad de Juárez Segunda parte


"Como hombre que desde su nacimiento padeció en carne propia el tremendo desequilibrio social de la época estaba convencido que sólo mediante una política bien intencionada, sin lastre de pasados agravios y ambiciones mezquinas podrían prosperar los pueblos, pues consideraba de modo muy particular que no siendo suficientes las normas teóricas de gobierno para cimentar la felicidad de los gobernados, pues primero habría que dar leyes que acabaran con las sediciones del momento y luego romper los diques de la tradición y las costumbres convertidas en usos inveterados que impedían el progreso."
Lo expresado en párrafos anteriores confirma que Benito Juárez fue un masón que perteneció a la logia o logias de su preferencia particular, y su participación en dichas logias, fue seguramente lo que vino a determinar en él una verdadera conciencia masónica sobre los problemas sociales, económicos y políticos de su época y por cuya razón, en todo tiempo se condujo como masón en la vida pública de México, leal y congruente con los principio masónicos, que eran sus principios y por ello no es de extrañarse que en el año de 1864 escribiera desde Monterrey a Maximiliano para decirle :

“Y yo que por mis principios y juramentos soy el llamado a sostener la integridad nacional, la Soberanía e Independencia, tengo que trabajar activamente, multiplicando mis esfuerzos para corresponder al depósito sagrado que la Nación en el ejercicio de sus facultades me ha confiado."
Y agrega entre otros de sus connotados principios, los que a continuación expresamos:

"El deseo de saber y de ilustrarse es innato en el corazón del hombre. Quítense las trabas que la miseria y el despotismo le oponen, y él se ilustrará naturalmente, aun cuando no se le de protección directa."

"El hombre que carece de lo indispensable para alimentar a su familia ve la instrucción de sus hijos como un bien remoto, o como un obstáculo para conseguir el sustento diario. En vez de destinarlos a la escuela, se sirve de ellos para el cuidado de la casa o para alquilar su débil trabajo personal con qué poder aliviar un tanto el peso de la miseria que lo agobia."

"Hijo del pueblo, yo no lo olvidaré, por el contrario, sostendré sus derechos, cuidaré de que se ilustre, se engrandezca y se cree un porvenir, y que abandone la carrera del desorden, de los vicios y de la miseria, a que lo han conducido los hombres que se dicen sus amigos y sus libertadores; pero que con sus hechos son sus más crueles tiranos."

"Republicano de corazón y por principios, el poder que ejerzo sólo lo emplearé para procurar vuestra felicidad y para reprimir el vicio y el crimen, y de ninguna manera para ostentar un necio orgullo, como alimento de las almas pequeñas. La autoridad no es mi patrimonio, sino un depósito que la Nación me ha confiado muy especialmente para su independencia y su honor."

"Nada con la fuerza; todo con el derecho y la razón: se conseguirá la práctica de éste principio con sólo respetar el derecho ajeno."

"La democracia es el destino de la humanidad futura; la libertad es su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige."

"Yo no reconozco otra fuente pura del poder más que la opinión pública."

"El pueblo, única fuente pura del poder y de la autoridad."

"A los enemigos, justicia; a los amigos justicia y gracia cuando quepa esta última."

Los principios ideológicos que encierran las transcripciones que anteceden sólo podían concebirse en un masón de la talla del Venerable Hermano Benito Juárez. En ese hombre con alma del zapoteco indómito a quien no le arredra la miseria del medio en que nació, ni la rudeza de circunstancias que rodearon los primeros años de su existencia para incorporarse a la civilización de su tiempo. En ese hombre a quién tampoco le arredraron las condiciones sociales y económicas en que llevó a cabo sus estudios para más tarde ingresar a la vida pública de la Nación, como tampoco fueron obstáculos para él las persecuciones políticas, las traiciones de sus correligionarios, los peligros de muerte, los amagos de las potencias extranjeras, las artimañas diplomáticas, ni las tentativas de poder por adulación para que su carácter de brújula indeclinable de desviarse del punto cardinal de servicio a México. Su empeño fue tan grande y maravilloso en ese objetivo central de la Patria, que sólo la muerte pudo separarlo de ese camino luminoso que todos los mexicanos tenemos la ineludible obligación de seguir.

Fue tan grande la figura de Benito Juárez que sus ideas filosófico-políticas aún retumban en el mundo de nuestros días y a cien años de su fallecimiento cuando nos dice que: "La democracia es el destino de la humanidad futura; la libertad su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige." Pero además, en esos principios inmutables construye con tal maestría insuperable, el indestructible edificio en que anida la doctrina de la libre autodeterminación de los pueblos al sostener que La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar. Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala. Nada de contemporizaciones con los hombres viciados y con los que se han acostumbrado a hacer su voluntad como moros sin señor.