domingo, 17 de octubre de 2010

¿El instituto federal electoral es una democracia fallida?


El Instituto Federal Electoral cumplió sus veinte años sumido en una crisis acumulada de credibilidad, y se enfila hacia la renovación de tres consejeros no ciudadanos, sino como representantes de los partidos políticos. El IFE se reconfirmará como el eje de la partidocracia y no como garante de la democracia.

En medio de la crisis provocada por el polémico saldo electoral de las elecciones de 1988 que operó Manuel Bartlett Díaz como cancerbero y verdugo del tricolor, la decisión de fundar el IFE se sustentó en la aplicación de un modelo político de relevo del agotado sistema presidencialista: el sistema de partidos. Pero en lugar de ser el pivote de este nuevo modelo de gobierno, el IFE quedó atrapado por las redes de poder de los partidos políticos, algo que le daría un poco de credibilidad serian las candidaturas ciudadanas punto que ni siquiera se ha debatido.

Los artículos 41 constitucional y 218 del Código Federal Electoral otorgan únicamente a los partidos políticos el derecho y la facultad de solicitar el registro de candidatos de elección popular. Esta violación a las garantías individuales, de hecho, tiene la propiedad de coartar los derechos ciudadanos de las personas, permite monopolizar por parte de los partidos políticos un derecho ciudadano y la actividad política nacional y, por encima de todo, empobrece de manera dramática la vida política y social de este país. A raíz de mantener vigentes estos artículos son como han proliferado las camarillas de políticos profesionales que no sólo son totalmente refractarios a cualquier cambio o renovación, sino que además se han adueñado de la vida política de este país. El principal y más dramático efecto de todo esto es que se ha empobrecido la vida política nacional y se ha mantenido por largos años un conjunto de personajes incapaces y rapaces, cuya única convicción política es la de mantenerse en el poder, cualquiera que sea el costo. Por eso vemos a diputados que luego pasan a ser senadores, y luego, si pueden, a gobernadores, o viceversa. Una vez terminado ese ciclo, buscan otra alternativa en secretarías de Estado, en embajadas o donde se puedan acomodar. El punto es que pasan los años y seguimos con las mismas personas, no importa cuán ineptas hayan mostrado ser.

Los próximos tres nuevos consejeros electorales, que supuestamente representarían con su apartidismo a la sociedad en su totalidad, van a llegar como cuota de poder de los tres principales partidos: PRI, PAN y PRD. Así, el IFE profundizará su condición de rehén de la partidocracia.

El modelo de sistema de partidos fue decidido por Carlos Salinas en 1990 para enfrentar el desmoronamiento de la credibilidad electoral que provocó el saldo electoral presidencial de 1988 y para salvar el dominio del tricolor. La decisión buscó disminuir el control del gobierno federal sobre las elecciones, cerrar las puertas de la Comisión Federal Electoral de Gobernación, crear un organismo autónomo y dotarlo de consejeros primero ciudadanos y luego electorales sin militancia y representación partidista. Con ello, el juego político se trasladó a los partidos. La clave de Salinas radicó en la presencia dominante del tricolor en los nuevos organismos.

El sistema de partidos, basado en los razonamientos operaba como el centro de las decisiones. Salinas nunca pensó en un sistema parlamentario ni mixto. Por la forma de construir el modelo, con el tricolor y su cláusula de gobernabilidad, el partido tricolor podría mantener su hegemonía. En este contexto se localiza, por cierto, buena parte del basamento teórico de Manuel Camacho Solís y su esquema de alianzas PAN-PRD. Camacho participó en las discusiones salinistas del modelo político que debía de sustituir al deteriorado presidencialismo autoritario. Las alianzas replantearían el sistema de partidos para conducir al país a un bipartidismo PRI-PAN/PRD.

Lo malo del sistema de partidos es que tenía condiciones casi indispensables: la capacidad de negociación en espacios políticos y de poder, su representatividad en el parlamento asumida bajo la doctrina de la alternancia sin hegemonías y sobre todo la ausencia de polarización política e ideológica para garantizar la gobernabilidad, es decir, el equilibrio funcional entre demandas y ofertas políticas.

El IFE fue creado para darle esencia al modelo de sistema de partidos. Sin embargo, su instrumentación cometió cuando menos tres errores: hacer depender del Congreso y sus representaciones partidistas la designación de los consejeros, incluir en su seno a representantes de partidos como cuñas que han impedido el funcionamiento y crear institutos electorales estatales con los mismos vicios al reproducir a nivel local el intervencionismo de ejecutivos estatales y congresos. Ello ha llevado a que la actual composición del IFE esté dominada por la mediocridad, la falta de autoridad y la espada de Damocles de los partidos. En lugar de que el IFE controle a los partidos, éstos avasallan al instituto.

En este contexto, el IFE es otra prueba de que el régimen político mexicano ya no da de sí y que se requieren superar las limitaciones del sistema de partidos.
El IFE debería reducirse a su expresión de organizador de elecciones, con una estructura sin representantes de partidos ni de poderes. En otros países las oficinas que organizan elecciones tiene funcionarios sin espacios mediáticos.
Pero el IFE se ha convertido ya en una instancia de poder. Y como instancia de poder, el IFE se ha atrincherado en su muralla política y va a caer en el error tradicional de organismos similares: el resane de sus estructuras cuarteadas, cuando el país necesita de un nuevo modelo de organización de elecciones lejos de los partidos. Los próximos tres consejeros electorales llegarán como representantes de los partidos dominantes en el Congreso y van a profundizar la crisis de credibilidad del organismo.

La celebración del IFE fue políticamente deprimente: exaltar la existencia de un organismo cuya ineficacia representa, reproduce la crisis de la gobernabilidad política del país, aunque sin perder el buen humor de los autoelogios.

domingo, 10 de octubre de 2010

Cristóbal Colon y el Día de la Raza


Primer viaje
El 3 de agosto de 1492, Cristóbal Colón partió del Puerto de Palos, en Huelva, en la costa de Andalucía, con dos carabelas (La Niña y La Pinta) una nave (La Santa María), y una tripulación de unos 120 hombres. Los hermanos Martín y Vicente pinzón tomaron el comando de las dos carabelas y Colón dirigió la nave. Navegaron por la costa africana hasta las islas Canarias y de allí partieron al oeste. Al pasar de los días, la desesperación de no saber cuándo ni cómo llegarían a su destino provocó un amotinamiento que Colón calmó prometiendo que si en tres días no avistaban tierra regresarían a España.
La Niña. La Pinta. La Santa María
El 12 de octubre de 1492, a las 2:00 am, después de 72 días de navegación, el marinero Rodrigo de Triana divisó tierra firme. Cristóbal Colón y su expedición llegaron a la isla que los nativos llamaban Gunahaní, y que Colón bautizó como San Salvador, ubicada en el archipiélago de las Lucayas o Bahamas. Inmediatamente comenzó a explorar la zona y pronto llegó a la actual Cuba, a la que Colón llamó Juana. El almirante Colón estaba convencido de haber llegado a las Indias Orientales y por eso llamó "indios" a sus habitantes. Además, con la idea fija de que estaba en Catay, Colón se dio a la tarea de buscar la residencia del Gran Khan, por lo que recorrió parte del norte de Cuba en dirección poniente y llegó a la isla que hoy es de Haití y de la República Dominicana, a la que bautizó como La Española. En este sitio, Colón construyó un fuerte con los restos de la Santa María, que se había estrellado contra un arrecife y naufragado. Ese refugio se llamó Navidad y fue el primer asentamiento español en América.
El 4 de enero de 1893, Cristóbal Colón regresó a España con las dos carabelas que le quedaban, dejando 40 hombres en el fuerte Navidad. En Barcelona, los Reyes Católicos recibieron solemnemente al Almirante, quien llegó mostrando seis aborígenes, algunos frutos exóticos, como la piña, papagayos y algo de oro. El éxito y fama de la empresa expedicionaria de Colón le permitió obtener el financiamiento para un segundo viaje.
Segundo viaje
El 25 de septiembre de 1493, Colón zarpó del puerto de Cádiz, España, al mando de 17 barcos y 1200 hombres. Cuarenta días más tarde descubrió las Antillas y la isla de Puerto Rico, que llamó San Juan. Cuando llegó a La Española y se encontró que los hombres que había dejado habían sido muertos y el fuerte destruido, debido a graves conflictos con los indígenas. Colón fundó otro asentamiento, llamado Isabela en honor de la reina de España. Aquí comenzó la labor evangelizadora. La falta de víveres y las enfermedades hicieron estragos entre los españoles y parte de la expedición se regresó debilitada y enferma a España en 12 barcos. Colón siguió explorando el mar de las Antillas con apenas tres carabelas. A pesar de sus esfuerzos de encontrar China o Japón, sólo se topó con otra isla (Jamaica). Cuando regresó a Isabela se encontró con que los hombres que había dejado se mataban entre sí por rencillas internas y obligaban a los indios a entregarles oro. Además, supo que en España los hombres que habían regresado lo acusaban de pésimo administrador, tirano e inepto. Ante estas noticias, Colón regresó a España a presentar su defensa ante los reyes católicos, que lo recibieron fríamente.
Mientras tanto, en La Española las minas comenzaron a producir oro en abundancia, bajo la supervisión de Bartolomé Colón, hermano del almirante.
Tercer viaje
El 30 mayo de 1498, Colón partió de España con 6 naves y el 31 de julio llegó a Trinidad. De ahí pasó a las costas de Venezuela, sin saber que se encontró con tierra continental. Después descubrió las islas de Tobago y Granada, Margaritas y Cubaga. Colón decidió regresar a La Española, que se había quedado bajo la dirección de sus dos hermanos (Bartolomé y Diego), y encontró problemas causados por sublevaciones en contra de la autoridad de sus hermanos y la ansiedad de encontrar oro. Colón quiso someter a los españoles sublevados y ahorcó a varios, con lo cual sólo aumentó las rebeliones. Francisco de Bobadilla, enviado por los reyes, llegó a La Española en 1500 y cuando vio los métodos represivos de Colón y sus hermanos, los arrestó y los mandó encadenados a España.
Cuarto viaje
En consideración a sus servicios, la corona retiró los cargos contra Colón pero no volvió a recuperar ni la confianza ni la ayuda de la reina y sus cortesanos. Con muchos trabajos, en abril de 1502 Colón volvió a embarcarse con cuatro carabelas para ir en la búsqueda del tesoro del Gran Khan. Esta vez costeó Centroamérica: recorrió Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Estuvo a punto de tocar Yucatán pero no lo hizo. Tempestades destruyeron sus naves y solo con mucho trabajo consiguió regresar a Jamaica. Allí fue rescatado muy enfermo y devuelto a España en 1504, donde murió en el olvido dos años más tarde.

domingo, 3 de octubre de 2010

¿Cómo afecta la violencia al turismo de Cancún?


En Cancún como en otras regiones de México, se hacen esfuerzos de promoción de las actividades turísticas a través de campañas publicitarias lanzadas desde oficinas gubernamentales y organizaciones privadas para atraer visitantes, mediante la oferta de sitios paradisiacos para descansar, lugares para correr aventuras, paisajes naturales para recrear la mente y ejercitar el cuerpo, ambientes ecológicamente sanos para olvidar la contaminación de las grandes ciudades, espacios para competir en eventos deportivos, disfrutar tradiciones gastronómicas, admirar vestigios arqueológicos, gozar placeres lúdicos y conocer otras culturas.

En las imágenes que proyectan los lugares turísticos de Cancún destacan las bellezas naturales del territorio, los colores del paisaje de la costa, así como la amabilidad y bonhomía de sus habitantes.

Se difunde en los mensajes que en Cancún el mar es más azul, que la espuma es blanca y que la arena de nuestras playas se mezcla con polvos de oro; que las gaviotas revolotean casi al ras de nuestras cabezas, que los albatros dibujan caprichosas figuras en el aire y que los pelícanos conviven con pescadores y visitantes junto a las lanchas donde comercian el pescado en la Playa; que los atardeceres se pintan de bellos colores; que los platillos cocinados con pescados y mariscos de nuestros mares, bahías y esteros son un deleite para el buen gusto; además se presume la arquitectura de la zona hotelera y se destacan lugares vivos de las tradiciones populares como los mercados municipales.

No obstante, en ninguno de los mensajes publicitarios se alude a los problemas de violencia e inseguridad que se sufren en Cancún, ni de las matanzas masivas como las que han acontecido.

El turismo y la violencia son incompatibles. Cuando los actos violentos ocurren de manera reiterada en regiones turísticas se genera pérdida de confianza por parte de los potenciales visitantes, se reduce el número de visitas al destino, se caen los ingresos de las empresas dedicadas a los servicios del ocio, aumenta el desempleo en el sector y se provoca estancamiento económico porque con los actos violentos se paralizan las nuevas inversiones y se anula el crecimiento.

Los lugares turísticos más exitosos en el mundo gozan de excelente clima de seguridad pública y de bajos índices delictivos. Una manera de destruir un destino turístico consiste en provocar actos violentos en su entorno y difundir las noticias sobre tales hechos a nivel internacional.

Un problema para los destinos turísticos localizados en entornos violentos e inseguros radica en la contradicción que se genera entre los mensajes de tranquilidad, armonía y paz que se publican en las campañas publicitarias y las noticias sobre hechos violentos que se difunden en los medios.

Los homicidios realizados con armas de alto poder como los fusiles de asalto, las granadas o las bazucas, así como las decapitaciones, la desaparición y los secuestros de personas, además de los enfrentamientos, robos y asaltos, son hechos que muestran los altos niveles de descomposición social que actualmente padecemos en Cancún.

En Cancún los homicidios crecen sin que nadie detenga a los sicarios y a sus jefes, la ola de violencia registra más de cien muertes de este tipo en lo que va del año.

La estadística del crimen en Cancún es una fuente de malas noticias para la promoción turística de destinos como Isla mujeres Cozumel Playa del Carmen. Las inversiones anunciadas de nuevos desarrollos turísticos pueden ser afectadas por los aires de violencia que se respiran en Cancún.

El miedo que sufre la ciudadanía por la alta frecuencia de asesinatos, secuestros y asaltos, así como la corrupción policiaca y la ineficiencia de las autoridades encargadas de brindar protección e impartir justicia, conforman factores negativos que afectan la confianza ciudadana, la sana convivencia social y la atracción turística.

Lo que menos quieren los turistas es visitar lugares violentos e inseguros. Por ello, cuando los medios difunden las noticias sobre asesinatos, lo primero que se cambia en las mentes de los turistas potenciales son las imágenes de paz y armonía que se proyectan en los mensajes pagados en las campañas publicitarias por empresas y gobiernos. Por eso resulta un contrasentido hablar ahora de visitas turísticas a Ciudad Juárez, Tijuana o Culiacán, por ser estas tres ciudades marcadas por las cicatrices de la violencia, la inseguridad y el narcotráfico.

La mala influencia que ejerce la violencia sobre el turismo no se puede corregir ocultando los delitos; el problema no se resuelve pidiendo a los medios que no difundan los hechos violentos para de esa manera mejorar el impacto de las campañas publicitarias. No se pueden ocultar los delitos sobre todo ahora que estamos en la era de la comunicación electrónica. Lo que se necesita es combatir el fenómeno en todos sus niveles, no solo enfrentar el problema en el área policiaca sino incidir sobre las causas que originan la violencia y la inseguridad, exigir que los gobiernos apliquen políticas públicas eficientes para trabajar en forma profesional sobre los factores que generan la violencia para evitar su reproducción y reducir al mínimo sus manifestaciones.