lunes, 31 de agosto de 2009

Los nuevos diputados de la legislatura


La nueva Legislatura que está por integrarse tendrá sobre sus hombros el peso de una dura misión. Aunque los legisladores no perciban la profundidad del problema en que se encuentra la nación, después de la ocupación de sus curules conocerán los datos duros. La situación del país es un desastre con tintes de estallido social.

Caída del producto y las exportaciones

Caída del producto y las exportaciones, drásticos recortes presupuestales, aumento de la pobreza, disminución de la capacidad de compra de las mayorías, crisis fiscal del Estado, larga sequía, narcoviolencia y delincuencia organizada atemorizando y afectando a grandes sectores de la población hacen esta tormenta “perfecta”.

La pregunta es qué debe ocurrir para que el comportamiento de la clase política se concientice y en lugar de tener como prioridad al interés propio se incline por resolver el interés común.

Hay pocas ocasiones en la historia en las que los actores centrales de la vida política o social hayan hecho un sacrificio de sus intereses a cambio del interés de largo plazo de la sociedad en la que viven. Lo más frecuente es encontrar que son capaces de llevar hasta la ignominia las formas de conducta que les benefician aunque no sirvan a sus conciudadanos. Cuando el interés de los actores y el de la sociedad convergen es porque se ha aprendido que la divergencia es más costosa y que con ésta todos salen perdiendo.

En el momento actual de la vida nacional la percepción generalizada es que dichos acuerdos no se han producido. Y esta idea tiene más de una pizca de verdad. Para los partidos políticos de oposición al gobierno es más importante hacer perder al gobierno que sacar adelante conjuntamente los temas de interés general. De este modo se crea una situación continua de chantaje y un intercambio político estéril como moneda de cambio.

Es como si cada facción habitara en un país propio distinto del de los demás y luego el lamentable cuadro algunos de los factores reales de poder, probablemente los más determinantes, se mueven detrás de las instituciones del Estado en las que ese poder debería ejercerse con transparencia. Estamos frente a una forma de enajenación colectiva que como sociedad no conseguimos superar.

Los actores políticos que conducen la vida nacional

Si los actores políticos que conducen la vida nacional asumen realmente su responsabilidad de imponer las prioridades del interés público, tienen en la situación económica y social un buen motivo para iniciar cambios en su conducta y en sus estructuras. La grave problemática del país es más que suficiente para buscar los acuerdos; para colocar al margen prioridades particulares y dar pasó al predominio del interés general que no ha podido conseguirse desde que se dio la alternancia.

Pero el cambio pertinente de conductas que deben protagonizar los actores políticos del país no solamente tiene que ver con su modo de ser, sino con un cambio en su percepción y entendimiento de la problemática nacional. Se trata de un cambio en sus formas de hacer política que pueda concretarse en nuevas reglas, es decir, en una reforma de Estado que saque del marasmo el problema energético, la situación laboral, el abandono del campo y la baja calidad educativa, la estrategia de crecimiento y desarrollo y la ubicación internacional de México. Son tan urgentes estas tareas que resultaría increíble que no fueran los temas prioritarios.

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